Los primeros años
Los primeros años de vida son el periodo más significativo en la formación del individuo. Tanto la maduración fisiológica como la formación de los mecanismos psicológicos darán lugar a una unidad de personalidad que se consolidará y perfeccionará en etapas posteriores.
Por eso es tan importante cómo viva el niño sus primeros años, en los que se están formando las bases de su desarrollo, que lo identificará como un adulto adaptado y feliz.
Desde que nace el niño está permanentemente “aprendiendo”.
En un principio es un ser indefenso a merced de la voluntad del adulto. Si el adulto lo cuida, lo alimenta y cubre todas sus necesidades fisiológicas, aprende a confiar en las personas que lo rodean y percibirá que el entorno donde está es seguro. Poco a poco se dedica a observar lo que hacen con él y alrededor de él y va “educándose” en la manera de hacerse persona.
Por ello, la educación es un proceso que comienza con el nacimiento, a la par que el proceso de maduración de las estructuras biológicas y psicológicas, de ahí que las influencias educativas de los estímulos que recibe el niño son tan importantes para su futuro.
La educación en la primera infancia se encarga de organizar todos esos estímulos que va a percibir el niño, de manera que su influencia posibilite al máximo el desarrollo de su potencial biológico y psicológico, según su naturaleza. Por tanto los dos objetivos principales de la educación en la primera infancia son:
- Lograr en cada niño el máximo de desarrollo que su naturaleza le permita.
- Alcanzar la maduración necesaria para que los aprendizajes de las próximas etapas tengan una base sólida.